Monday, October 17, 2005

El Apl pai


En una de las muchas salidas sin rumbo fijo que tiene una adolescente del tan esperado sábado en la tarde (donde se sale o se ve "Sábado gigante", por lo que no es precisamente una opción, sino una obligación salir), junto a un par de amigas, aterrizamos nuestros cuerpos en un conocido local de comida rápida (o chatarra) de Viña del mar.
Como atraídas por el agradable olor a fritanga decidimos entrar. Cada una se pone en una fila, pues es increíble la multitud que atraen estos locales. Aquí nos encontramos con Pedrito, Juanito y Dieguito, la profe de Castellano que le fue a comprar una "Cajita contenta" a su hijo, el primo del vecino, el hijo de la nana y la hermana chica del pololo que a sus 12 años no haya nada mejor que llenarse la cara de brillos, meterse cuanta traba encuentra en el pelo (mientras más luminosa mejor) y combinarle a su blusa fucsia una falda calipso a la cual, para terminar la pomposa mezcla, agrega unas polainas de rayas azules con rojas arriba de sus zapatillas Donors blancas con 10 centímetros de plataforma.
Pero ¿Quién soy yo para criticarla? Sobre todo después de que amablemente me deja colarme en la fila. Luego de la ferviente mirada de mis coaledaños logro por fin llegar al término de mi tortuosa espera, ¡he llegado a la caja desde donde aviso con un imponente "OIGAN, LLEGUÉ" a mis amigas que estoy lista para ordenar.
Tras la caja nos espera una joven de trenzas cuya cara no concuerda precisamente con el tono fiestero de su saludo: "Buenas tardes, soy Juanita, bienvenida a Mcdaysy, ¿en qué te puedo ayudar?", la miro detenidamente. No es que yo sea fijada, pero simplemente los 2 kilos de maquillaje que trae no logran envejecer el par de años que nos separan. Decido no hacerla esperar. "Me da un apple pie (léase apl pai) por favor"… me queda mirando… "¿Un qué?" me pregunta como si yo me hubiese equivocado, tal vez lo dije muy rápido, "Un apple pie" ahora sí que me queda mirando como si hubiera visto el peor de los fantasmas, un dejo de incertidumbre con una cuota de pavor inundan su rostro, no me había equivocado al decirle, había escuchado bien, vuelve a preguntarme, "¿Un qué?" esta vez no era para escuchar, sino más bien para buscar alguna pista que le dijera que diablos le estaba pidiendo; "¡un apple pie!" le repito por tercera vez cosa que simplemente ya me tiene un poco molesta sin mencionar a mis coaledaños quienes parecen más interesados en la disputa que yo.
"Mmmm no, no tenemos de eso aquí"; me empiezo a impacientar y se me nota, "¿Cómo que no?, si está en la lista de precios" le apunto el cartel que tiene tras su cabeza y como por hipnosis sigue mi dedo, pero o es "piti" o Papelucho lo vio en video porque hasta para lograr leer las letras de medio metro que dicen "Combo 1" se demora más de 2 minutos.
Aburrida del escándalo en que nos vimos involucradas, una de mis amigas finalmente optó por lo sano y le dijo "Un pie de manzana", (el motivo de no recurrir al "por favor" lo dejo a vuestro juicio) el personaje en cuestión dijo: "De eso si tengo", como orgullosa de que ella le pidiera algo que yo no era capaz de pedir. Cual fue su sorpresa cuando le explique con "dulces palabras" que ¡era lo mismo que le estaba pidiendo hace media hora, solamente que yo se lo estaba pidiendo en Inglés! y no precisamente por tratar de hacerme la gringa ni para probar sus habilidades en idiomas, que sin querer comprobé que eran nulas, sino por el simple hecho que este invento americano viene en una caja de cartón la cual dice "Apple pie" y no "Pie de Manzana" y que en la lista de precios aparece como "Apple pie" y no como "Pie de Manzana" por lo que yo supuse que para vender algo había que tener un poquito de conocimiento de lo que se estaba vendiendo e iba a entender que se trataba del pastel (o empanada) en cuestión.
Terminado el episodio y cuando por fin logró entender lo que quería comenzó la ceremonia. Porque en Mcdaysy todo debe ser breve y limpio… sobre todo después de estar media hora tratando de explicarle a la vendedora que quiero una empanada de manzana.
Luego de marcar en la caja mi "apple pie" y la "Cajita contenta" de mi amiga con hamburguesa plein (es decir, pan y carne, sin la gama de sustancias nutritivas que lleva esta saludable comida), Coca-Cola light sin hielo, papas fritas agrandadas y un llavero de "Winnie the Pooh", partió las carrera. Primero se echó en las manos una especie de jabón pegado a la pared que no se enjuaga, gritó hacia la cocina "Lusho… una plain para mí" y corrió como bala hacia donde está el contenedor de papas fritas a llenar el cartucho. Mientras dejaba las papas en la bandeja, aprovechaba de sacar "Kershup", pero como no quedaba fue a buscar adentro encargándole al Lusho que nos cobrara mientras ella iba a buscar el "Kershup".
Entonces, metro sesenta de intento de hombre con un color de pelo amarillo pato que no encajaba con su tono de piel tostado se nos acerca y nos dice: "Son mil quinientos oshenta y nueve" (parece que la forma de hablar era una moda). Pagamos con $2.000, ante lo que con su galante mirada posó sus ojos sobre mí y me dijo: "Son $411 de vuelto, pero sabes que no tengo el peso, ¿te lo puedo pagar de otra manera?" la mezcla de mi risa con la mirada de "pobre imbécil" que le peguó mi amiga fueron suficientes para que entendiera sin palabras mi respuesta. En ese momento llegó Juanita, mi querida amiga con el "Kershup" y la "Parta" para reponer en el recipiente tan estético que se ubica a la entrada del local, me pasó los sachets de "kershup" junto con la bebida y con una sonrisa algo forzada (no se me ocurre por qué) me dijo: "Gracias por comprar en McDaysy, vuelvan denuevo".

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