Babyshopping: El agasajo inicial

“Colgante sonoro estimulante: $4.990”. Lo que suena a juguete sexual es en realidad un pequeño gato azul que cuelga de un resorte forrado en tela y suena si uno lo apreta.

— ¿Lamarca?

— ¡Lamaze! Con Z de zapato

Mi amiga Beña, al otro lado del teléfono, me da una charla sobre los juguetes estimulantes, las madres primerizas, las guaguas y la interacción de todas las anteriores.

Yo escucho por una oreja mientras vuelvo a leer el precio, para asegurarme del asalto. Ese es el más barato, aunque mide con suerte 10 centímetros. Dudando de que le quepa en la boca y termine tragándoselo, lo dejo de vuelta en la estantería y lo miro con reticencia.

— No seas ñoña, ¿qué edad dice?

—Eeeehhh —¿no debería tener un gran cartel que me ayude a responder esa pregunta?— Acá está, desde 0 meses.

— Entonces sirve po. Esta marca es conocida internacionalmente, está probada y estimula a los niños a descubrir sus manos y sus pies.

Si no estoy hecha para los babyshowers, menos hecha estoy para buscar un regalo para un recién nacido. ¿Cuánto miden? ¿A qué edad logran tomar un juguete?

No es que yo sea aguafiestas, pero de verdad que no creo que un gato azul ayude a nadie a descubrir sus extremidades así como tampoco creo que Mozart los haga más inteligentes ni nada de esas tonteras. No, o sea, ¡hello! Una, que es de la época pre tolueno, que chupó cuanto cascabel fosforescente del Todo a Mil había sin morirse envenenada, que comió tierra, pasto, hormigas y todo lo que le llevaba el jardín de la casa —sí, cuando todavía los niños crecíamos en casas con jardines— sin que la llevaran de urgencia a hacerse un lavado de estómago a la Clínica más cercana. Sí, una que es de esa generación no se compra tan fácil esos cuentos de madres primerizas que leen cuanta revista se le ocurre publicar a periodistas con mejor visión empresarial que yo.

— Naaaaa… cuando hable, cante, baile y lo haga dormir, en una de esas se lo compro.

Y me retiro.

La verdad es que —al contrario de lo que muchos puedan imaginar— me encantan las guaguas y tengo un feeling especial con ellas. Por eso, como intérprete oficial, puedo asegurar que nunca he visto a una descubrir sus manos o sus pies con un juguete. A lo más las he visto descubrir a otra persona al tirárselos por la cabeza o adorar la caja o el papel de regalo que lo envolvía mucho más que lo que tiene adentro.

Así que no. Me resisto a comprar el maldito juguete La-no-sé-que-cresta y opto por ropa porque, mal que mal, es útil. Y mientras no tenga noción del mundo más que cagar, comer y dormir, el mejor regalo que le puedo hacer es algo útil, que le ayude a sus padres a ahorrar para pagar un maravilloso parto de nueve horas y media en la Clínica Alemana.

PS: Sole, eres mi nueva ídola. Yo a la 5ª hora ya hubiese estado mujiendo por una cesárea. Así que felicidades por el nuevo integrante.