Thursday, June 22, 2006

La increíble y triste historia de Cóndida Holéndida y su padre bien almado

Aviso: éste no es un post lúdico afectivo como los que acostumbro, así que si no anda de ánimo de leer homenajes, haga click en la crucecita de la esquina superior derecha y vuela en un par de días para encontrar alguna tontera divertida.


Los segundos domingos de junio —o terceros, dependiendo de la conveniencia de empresas como Village o Alto las Condes— me ponen triste. Y, como siempre, proyecto mi tristeza en andar insoportable… soy un pequeño monstruito. En realidad hace años que no me pasaba, pero la cosa es cíclica y este año —tomando en cuenta las condiciones de estrés personal— tocó lluvioso.

Cuando era chica no había día que odiara más que ése. Una vez en la Universidad uno de mis profesores comenzó a pasar “el rito” y yo entendí que mi familia estaba llena de ellos. Uno de esos era ir todos los días del padre al cementerio. La cosa no sería tan terrible si no fuéramos llenas de flores que me daban “alergia”, escuchando el especial del día del padre de la radio Pudahuel —que incluía todas las canciones cebollísticas habidas y por haber— y conmigo sub 10.
Si tengo algún trauma infantil, es ese. Porque siempre lloraba todo el trayecto, mirando por la ventana y esperando que mi mamá —como siempre con el tema— se hiciera la tonta, como que no se daba cuenta.

Nunca entendí mucho por qué hacer toda la parafernalia. Mi mamá iba siempre con una escobillita a limpiar la lápida, con una regadera para echarle agua y con un pañito para hincarse. Como si dejar la tonterita brillante importara…

En el colegio era peor. Típico que en clases de Artes Plásticas el trabajo de la semana era hacerle alguna imbecilidad al papá. Yo me iba a huelga y las profesoras —en mi colegio todas unas pedagogas, cuál más preparada que la otra… cuento para otro post— me obligaban. Coleccioné lapiceros de tubos de confort, tarjeras con escarchas y hasta un marca libro. “Déjaselo en la tumba”, me dijo miss pedagogía. Cómo no iba a entrar a explicarle que los muertos NO LEEN —o por lo menos no marcan las páginas— terminé haciendo la obra de arte y dejándosela en el bendito cementerio, entre tanto clavel horrible que le ponía mi mamá.

Yo insistía en que compráramos gladiolos. No me pescaban mucho y yo terminaba tan picada que nunca expliqué la razón: siempre salíamos a cortar los del jardín. Me acuerdo perfecto, en mi casa antigua habían hartos gladiolos, de todos colores y mi papá me tomaba y me llevaba a cortar algunos, de preferencia blancos.

La gente piensa que no me acuerdo, que era muy chica. La verdad es que me acuerdo bastante para haber compartido con él mis escasos primeros cuatro años.

Siempre recuerdo el enorme comedor de la casa. Él se sentaba en la cabecera y mini Cony corría a quitarle el puesto. Era un juego, él hacía como que se enojaba y yo —resistente desde chica— no me movía. Hasta que él me tomaba y me sentaba en sus piernas. Y todos comíamos.

Era enferma de regalona. Su regalona. Me regalaba todo lo que quería. Una vez vi unos zapatos Pluma rosados en la tele, esos que promocionaba el Daniel Muñoz con el ganso. Ahí partió a comprármelos. Tomando en cuenta que Viña no era lo que es ahora, recorrió todo el centro para encontrar EL par de zapatos rosados distribuidos fuera de Santiago.

Como desde chica fui dulcera, me compraba unas calugas de manjar que iban a vender al negocio. Me encantaban. Todavía me gustan mucho, pero la insulina no me las permite.

De vez en cuando sueño que está vivo, que volvió. De vez en cuando pienso cómo serían las cosas con él, cómo sería yo. ¿Sería una de esas hijitas del papito que tanto odio? Probablemente. Cuesta imaginarme de rosado, con trabitas y cartera Hello Kitty, pero en una de esas… cómo saben.

Sin embargo —como dijo otro profesor de la Universidad—, “lo que hubiera sido no existe”. Pronto se me pasa y me conformo con the real life. Lo que nunca puedo evitar pensar es si soy lo que a él le gustaría que fuera, si soy como a él le gustaría que fuera… si estaría feliz conmigo así… 100% natural: bruta.

Dicen que cuando la gente se muere uno la idealiza. Yo no lo conocí tan racionalmente como para idealizarlo. Nunca hablamos de filosofía ni de matemáticas. Nunca me ayudó en una tarea, porque no iba ni al colegio en esa época. No alcanzó ni siquiera a retarme —ese era el rol de Patty Chamy—. Nunca me dio consejos amorosos ni tuvo oportunidad de conocer, corretear, odiar o amenazar a alguno de mis ex. Mi relación con él se basa en sensaciones, en sentimientos puros, utilizando la cabeza sólo para proteger recuerdos. Y eso me basta. Porque siempre he tenido la sensación de tener el mejor papá del mundo. El me-jor.

No sé cuántos hijos pueden decir que tienen su propio ángel de la guarda de intercesor de sus maldades. Yo tengo un ángel propio, con nombre y todo: René Hola (I). Y pucha que me ha salvado de hartas. Y pucha que lo siento presente. Y pucha que a pesar de los años y de la ausencia física, lo sigo queriendo. El mismo amor, la misma cabra chica con un par más de responsabilidades.

Ya no voy al cementerio. Hacía todo ese rito sólo para no sentir la culpa de abandonarlo, de dejarlo solo. Hasta que entendí que él está conmigo siempre y que no hace falta una lápida brillante entre nosotros para sentirme cerca de él.

Sorry al que no le guste el cambio momentáneo de línea editorial, pero este es mi nuevo regalo en su día. Por lo menos escribo mejor de lo que recorto, pego o adorno papeles. Así que vayan sacando los pañuelitos no más y al que no le gustó, aprete la crucecita y vuelva en un par de días que seguiremos riéndonos de mí misma. Pero hoy, como diría la gurú del pop latinoamericano, Shakira, “es un día especial” y ésta es mi manera de hacerlo presente en mi vida.

8 Comments:

Blogger valeria said...

Uf! Cony... qué puedo decirte... precioso lo que escribiste, aunque en los primeros párrafos se deja entrever una rabia contenida, pero súper justificada. Estoy segura de que tu papá te mira desde arriba y se le hincha el pecho de orgullo y que -aunque no esté físicamente- tú eres lo que eres gracias a él.
Un besito, migui.

June 23, 2006 9:30 AM  
Blogger Lau said...

Yo estoy segura de que esta más que 100%, 1000% orgulloso de quién eres. Y lo que escribiste es realmente hermoso, una maner por cierto muchísimo mejor de expresar tu amor que los remolinos o esas tonteras del colegio.
Un besito grande.

June 24, 2006 1:50 PM  
Blogger carlos subiabre sierralta said...

buen regalo

saludos

June 24, 2006 2:39 PM  
Blogger Lau said...

Sé que no tiene nada que ver con el post, pero FELICITACIONES! SECA!
Un beso grande.

June 27, 2006 7:47 PM  
Blogger carolita said...

aaahhh...

siempre he querido echar de menos a mi papá. cuando recién se fue, yo tenía trece. la última vez que lo vi tuve que apretar las manos para no pegarle, y eso fue este año.

quizá por eso me dio tanta pena tu post. no sé cómo llegué acá, pero llegué. y me encantó.

kisses.

June 28, 2006 8:51 PM  
Anonymous Anonymous said...

no c pero yo creo ke él estaria orgulloso.
linda cony me matash

besos

July 03, 2006 10:07 PM  
Anonymous Anonymous said...

Cony:
Te aseguro que tu papá está contigo día a día. Este regalo debe haberlo llenado de orgullo y felicidad.
Él tiene una sonrisa dibujada y un pecho cada día más inflado por cada uno de los logros que has alcanzado.
Ahora bien, Paty Chamy, sea como sea, también se merece el saludo en el día del padre, porque aunque ella sea tu madre, también ha cumplido el "rol de padre". Ya es sumamente complicado cumplir uno, imagínate día tras día cumplir ambos roles con cada uno de ustedes.
Asiesque, un URRA por Paty Chamy!!! que cumplió doble labor satisfactoriamente.

Ignacio

July 06, 2006 2:18 AM  
Blogger rajaface said...

buena esta super bueno el blogchao

November 29, 2006 7:01 PM  

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