Tuesday, February 14, 2006

SitCony (Valentine's day)


Odio el maldito día de San Valentín, ¡me apesta! No porque sea resentida con el amorsh ni soltera militante ni nada por el estilo, es sólo que un día dedicado a comprar globos de corazones, ir a ver comedias hollywoodenses románticas o rendirle culto a un Santo que nadie sabe quién es —más allá de los especiales de radios tipo Kumahuel donde hacen una reseña del santo que casaba cristianos perseguidos— es, a mi juicio, patético.

¿Por qué hay que rendirle pleitesía al amor? Ya me van a salir que también hay día de la madre, del padre, del abuelito y del niño, pero por lo menos en esos días uno le rinde un homenaje a personas de carne y hueso, no a sentimientos que deberían sostenerse por sí solos.

No sé si “sigo romántica” como dice el nunca bien ponderado Douglas, pero para mí el amor real es el del día a día, el que se sostiene de las pequeñas cosas y no de globos con helio ni de un panfleto publicitado, manoseado y consumista. Sí, ya sé, parezco activista de ONG, pero ¡por favor! Me apesta esa adopción chanta de costumbres yankees tipo San Valentín o Halloween… ¡cómo no vamos a ser capaces!

Y pensando en todo lo que odiaba este día en esas cavilaciones tan fructíferas que uno tiene arriba de la micro, me vi a mi misma dentro de una comedia de situaciones.

Claro, SitCony ya estaba como para escribir una columna “El antidía” de todo lo que odiaba esta fecha, vestida con faldita blanca y camino al diario. ¡Y se me vino Sarah Jessica! Obviando el escaso parecido físico —por no decir nulo— empecé a creerme las tallas de que Carrie y Cony además de empezar con la misma letra hasta suenan parecido.

A ver. Desde el principio. Soltera, ni militante ni virgen, sin pelos en la lengua, consejera de las amigas y reina del aquelarre. Hasta ahí vamos bien.

Tengo amigas para cada uno de los personajes en cuestión, pero por respeto a la realidad —sin ficción— me guardaré los nombres. En cuanto a coprotagonistas, tengo a mi Mr. Big que me persigue y me psicopatea. Claro que yo no lo seguiría a París ni aunque me pagara el pasaje. También está el casting del galanazo, con un par de postulantes, que, tal como en la serie, juegan al tira y afloja y yo, tal como Carrie, juego a entenderlos sin juzgarlos. A ninguna nos resulta mucho.

Tampoco nos resulta la choreza. El otro día, viendo uno de los capítulos antiguos, me reí a carcajada limpia cuando Carrie no sabía cómo reaccionar ante la indecisión de un hombre. Primero el lolito tiraba la piedra y luego escondía la mano y Carrie se pasaba la tarde pensando cuál era la forma más cool de reaccionar. Entonces, Samantha, martini en mano le daba uno de sus siempre atingentes consejos. ¡Por qué a Samantha siempre le resultan las cosas más fácil! ¿Porque las perras no tienen dignidad? No, porque son decididas y se creen el cuento.

Aún no llega el Aidan eso sí… menos mal. La verdad es que los Aidan me aburren… ¡Tan re perfecto y refinado! Pero bueno, eso de que quiera más a su perro que a sí mismo ya es bien sospechoso. ¿Y que no soporte el cigarro? Yo ni siquiera fumo, pero ¡en qué mundo vive! El remate se lo pegó “aquella noche de luna”, como dice la canción al arrodillarse en el medio de la noche a pedirle matrimonio a Carrie… too much romance. Claramente la espantó.

Bueno, en todo eso pensaba cuando me vi enfrentada a la dura realidad: las Sitcoms, así como Valentine’s day son un mero invento gringo. Y claro, yo odio uno y amo el otro el mismo día en la misma cavilación de micro… ¡quién me entiende! Y sonreí. Me faltó puro prender el cigarro y que empezara a sonar de fondo “Tan tananana tan tan tarán tan tan tananana tan” y el cartel “Cony and the City”.

Fue entonces cuando encontré la diferencia consustancial entre Carrie y yo: Carrie es un personaje y vive en un mundo de fantasía, París y Nueva York son sus escenarios ficticios. Y yo, bueno, yo existo —que a esta altura es de lo único que estoy segura—, últimamente vivo en una oficina que, por lo menos, tiene aire acondicionado y peleo todos los días con la maldita realidad. ¡Y sin un puto guionista!

Por eso no me gusta San Valentín, porque es demasiado perfecto. Prefiero mi vida que es una mezcla entre teleserie, reality y Sitcom y que probablemente sería grito y plata… ¡y yo perdiéndome detrás de un blog!

4 Comments:

Blogger Constanza Hola said...

Cierto, pero igual odio el día. Hasta cuando estaba pololeando lo odiaba, por cursi, cliché y gringo.
En cuanto a las consecuencias... eh veldá... nunca digas nunca (nunca)

February 15, 2006 5:28 AM  
Blogger Isa said...

Jajajajajajajajajajajaja, Aidan!!!! Los amo... de lejos. Es el típico hombre que me encantaría tener a mi lado cuando me siento sola... y que, apenas aparece, me hace sentir la misma ternura que un cachorro de Basset Hound y unas ganas de arrancar como alma que lleva el diablo... Creo que, en tu sitcom, yo más bien clasifico como Miranda... PRE BEBÉ, POR FAVOR!!!!!

February 15, 2006 7:59 PM  
Anonymous Anonymous said...

mmm, comparto plenamente tu opinión de este día consumista, o sea, dia del amor tiene que ser todos los días, y sin que te pongan una maldita fecha para que te digan cuando regalar o no... pero que mas dá, si recibir regalos es bacan, y mejor si es de un enamorado, pero cuando se tiene, por el momento no es mi caso, es más, por ahora me siento perseguida por mi entorno, a todo el mundo, le dió que tengo que encontrarme un pololo, y pa qué, si hago las mismas cosas pero con mi "amigo"...

February 15, 2006 8:12 PM  
Blogger valeria said...

sorry migui, no leí el post... sólo quería marcar presencia y saludarte desde ecuador...
cuando tenga más tiempo en un ciber, te leo ok?
un beso.

February 18, 2006 3:42 PM  

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