Monday, April 03, 2006

El placer de lo imperdible


Ahí estaba yo... E14 para ser exactos. No, no estaba jugando ni lota en el estero —solito el osssshhhho—, ni tomando un vuelo a Tumbuctú, ni menos jugando scrubble. No. Estaba sentada en la quinta fila del teatro más moderno de Chile, con las mejores entradas, justo al frente de uno de los GRANDES (con mayúscula, sí) maestros del teatro nacional en la primera obra de su nueva compañía.
No era el estreno ni la función de prensa ¡había pagado los malditos asientos! Una práctica cada vez menos habitual en mí, que me cuelo a todo lo que puedo y a lo que tengo pituto, pero esta vez no era gratis. Un detalle nada menor tomando en cuenta el bonito detalle —valga la redundancia— de invitar a alguien a ver algo que se moría de ganas de ver sólo por la buena onda de decirle "tú me importas". Entonces, resumiendo, no sólo había pagado mi entrada, sino también la del lado, todo por un maldito fallo de cálculo, todo por culpa del maldito ondómetro inexistente. Porque si existiera probablemente yo no estaría acá, con las mejores entradas y mi mejor amiga —designada para la ocasión como polola oficial— sentada al lado, ocupando un puesto que, inicialmente, no era para ella.
"Eres mi primera prioridad sin interés hormonal de por medio", le expliqué para convencerla y, claro, luego de un par de refunfuños amistosos, aceptó ir y pagar la entrada de yapa.
Y acá estamos. Yo vestida full production como un compromiso que adquirí conmigo misma: me voy a vestir igual vaya con quien vaya, como la Sarah Jessica que llevo dentro. Ella con la libertad de vestirse como quiere porque no necesita producirse para sentirse bien consigo misma.
Hablamos todo el rato, tenemos mareados a los vecinos. Por suerte la obra aun no empieza y puedo desahogarme con propiedad. Por lo demás a nadie le importa escuchar una historia entretenida sobre un café mal tomado y una conversación surrealista. Por lo menos a la señora de adelante no le molesta, porque hasta se da vuelta a darme señales de aprobación o rechazo, dependiendo de la recreación.
El caballero del lado también sigue de cerca mi alegato. Yo despotrico contra los hombres —para variar— cobardes y no solteros, los malditos, despreocupados, colapsantes, cobardes —¿ya puse esa característica?— y tan, pero tan, absolutamente adorables que hasta los rechazos bien vendidos una se los compra.
—Ese weon es un MA-RI-CÓN, basta de justificarlo. Está bueno que alguien te lo diga de una— me dice mi siempre delicada amiga Beña "la suave" Fecker mientras la señora de adelante vuelve a darse vuelta moviendo la cabeza en un evidente gesto afirmativo.
—Shhhhhtttt que no tiene pa’ que enterarse toda la sala— le ruego yo mientras miro hacia todos lados, perseguida... nunca falta el conocido.
—Ay, como si después no lo fueras a poner en el Blog y se termina enterando igual. Por lo demás ojalá se...
—¡Cállate!— insisto. Mi inmoderación tiene un límite y bueno, que se entere todo el red set presente en esa sala no está contemplado dentro de él. Too late, el caballero del lado me mira con cara de "ya llegará el indicado" y yo, bueno, yo asiento con cara de "escúchanos señor, te rogamos".
Por fin apagan las luces mientras el protagonista se pasea por el escenario.
No puedo evitar pensar "y si todo fuera diferente". Cuando ya me estoy empezando a pasar un rollo que me prohibí terminantemente dos días atrás, un adorable niño que no entiende por qué degollaron a una de las muñecas de la obra me saca del soponcio. "Mamá... qué pasó". Y bueno... la mamá, con un tono nada apropiado para el silencio teatral, nos explica a todos que la señora "está durmiendo". "No puedo creer que la gente traiga cabros chicos, ¡qué nadie lee las críticas!", ya estoy alegando sola. Y bueno, Beña me mira con su mejor cara de "Intolerante, por lo menos te sirve para no pensar lo que estabas pensando" y claro... toda la razón.
Así que de ahí en adelante me dediqué a escuchar cada pregunta innecesaria que hacía el poco clever cabro chico de atrás —porque una cosa es ser niño e inocente y otra abiertamente tonto y no entender nada de nada— mientras veía un montaje absolutamente estupendo. "Si la vida real fuera así de mágica", pensaba yo para mis adentros propios personales...
La obra terminó con aplausos muy bien merecidos. Realmente era imperdible. Sea como sea, uno no puede faltar a un momento como ese. O sea, no debe ¿o sí?

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

La verdad Cony ke mucho asi como musho no entendi pq creo ke estoy todo lo ke es out de tu vida actual... pero por lo poco ke cache, lo unico ke te puedo decir ke eres una de las pocas minas ke conozco ke no desespera, muere, etc por un mino, y ke puede hacer las cosas bien y sola... si esta vez alguien no te pesca (por decirlo asi) concuerdo con el caballero ke estaba sentado al lao tuyo ¡¡¡ya llegara el indicado!!! y to2 le haran un altar por suportar a una personita taaaaaaaan especial (por no decir complicada jajaja) como tu... por ahora las buenas amigas nunca son una mala compañia no?

un beso
cuidate

pd... oye y pobre cabro chico po...

April 03, 2006 6:33 PM  
Blogger alesita said...

Ya me esoty imaginando a la Feña al lado lanzando sus cosas jaja.
Felicitaciones de nuevo! Todavía entonces los domingos antes de ver los titulares como en el verano voy a ver 1º los nombres para ver si apareces con algo.
besos!

April 03, 2006 6:49 PM  
Blogger Lau said...

Cony, como siempre me encanta tu manera de escribir (hoy día comentaba con la Joja lo genial que fue tu reportaje del Queen Mary, qué manera de disfrutarlo). Pero me quedó una sola duda... ¿cuál era la obra?
Besos!

April 03, 2006 7:16 PM  
Blogger valeria said...

Era Gulliver... ¿cierto? Nada mejor para ocupar la mente en otras cosas que ocuparse de asuntos ajenos, ya sea la ficción de la obra o los problemas de la señora con su hijo que fue a esa función quizás llamada por el tinte infantil que siempre tuvo la novela.

April 05, 2006 9:30 AM  
Blogger Isa said...

Ya te dije, hay hombres buenos, hombres pasables, hombres a los que hay que dejar pasar y hombres PPRRRRRRRRFFFFFFFFFFFFF... ya conoces el gesto técnico. Y ya sabemos a qué categoría pertenece el especimen relatado. Weón por partida doble, se pierde la obra y se pierde a la "dama". El anti-master por excelencia!!!!

April 05, 2006 8:09 PM  
Blogger Lau said...

Yo apoyo a la Isa en su catgorización de los especímenes masculinos.
A todo esto, parece que nuestro traro va a tener que entrar en receso. De ahí te cuento.
Un beso.

April 06, 2006 11:43 AM  

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