Saturday, July 07, 2007

The egyptian weiter

Todo partió con un barquito que tenía bastante mal escrita la palabra “love” el cual encontré encima de la mesa del desayuno. Estoy de vacaciones nada menos que en Egipto, en un crucero por el Nilo, de lo más Agatha Cristie con tenedor libre. Los que me conocen saben lo peligroso que eso puede llegar a ser.

Si me hubieran dicho que iba a terminar arriba de la terraza de un crucero por el Nilo, escondiéndome detrás de una silla de playa, con el mozo que me servía el desayuno en el tenedor libre, un compañero suyo y mi sobrina —la de 18, no la de 7, por si acaso— no lo hubiese creído.

Pero acá estoy. La versión oficial es que soy tan buena reportera que quiero saber hasta dónde es capaz de llegar el mozo egipcio en su declaración de principios sobre su ferviente y apasionado amor por mí. La extraoficial es que, bueno, mi ego a veces necesita alimentarse.

El mozo —que según mi mamá es la versión guapa y medioriental del pelotudo que me gusta en Santiago— suele quedarse conversando conmigo y como yo ando en la onda de “conocer la cultura” —y de paso, practicar el inglés—, le converso de vuelta.

Pero desde hace un día le da por hacerme juegos de ingenio y cosas extrañas. Entre esas, un barquito de papel que dice “Am” por un lado y “Love” por otro. No queridos, no es que en su neardental inglés le haya faltado el “I” y el “in”, no. Ahí andaba yo, creyéndome la Cleopatra criolla cuando me tope con Am. Sí, es un nombre, no una declaración de hambre de algún prescolar. Es el nombre de un mozo de "la nave" que (yo tampoco sé por qué) se quedo maravillado conmigo. No, si este viaje me ha servido por último para subir el ego, porque acá una es como diosa griega, todos se quieren casar conmigo (cosa que no se repite en Chile, claramente).

Bueno, Am se obsesiono, cosa que la familia Hola Chamy aprovecho enjundiosamente, porque nos dejaba comer como enfermos. Si yo le pedía more sugar, more sugar tenía. Si yo le pedía más queque, adivinen que mesa era la única con un bandejón de queque para el té de media tarde. Y así.

Me anotaba su teléfono y, según él, me seguiría hasta Chile. Y me hacia trucos de magia y los Hola gozaban molestándome y bueno, ustedes saben . Mi querida sobrina dijo que si se iba a Chile, poníamos un negocio de baile exótico para despedidas de soltera con Am, "toda la sensulidad masculina traída desde el desierto remoto".

— Igual si te sigue a Chile podemos poner un negocio de entretención de señoras. “Con ustedes, el faraón”. Seríamos el terror de las despedidas de soltera— bromea mi sobrina con su acidez característica.

Yo, la verdad, encuentro de lo más chiquiguagüi ser joteada por un egipcio cualquiera sea su condición social, étnica o cultural y me dejo querer. Especialmente si éste me ha visto sacando desde garbanzos hasta pies de guayaba en mi afición por la buena —léase de cantidad, no de calidad— mesa y aún así me encuentra atractiva.

Por eso, cuando me mandó un mensaje cifrado del tipo "nos vemos en la terraza" yo subí. Con chaperona, claramente.

Hace un frío de la puta y no hay nadie... al parecer.

De repente, de detrás de una silla me hacen una seña. Es Am. En mi minuto de lucidez me doy cuenta de que estoy lejos de que las diferencias étnicas, sociales y culturales no me importen y que hello! estoy caminando a esconderme detrás de una silla en la terraza de mi crusero por el Nilo para escuchar la oferta de un mozo egipcio. Gracias a Dios tengo a Pepe Grillo al lado mío.

Javiera (o Pepe) se instala al lado mío cual guardaespaldas y se niega rotundamente a ir a conversar con el otro mozo dos metros más allá que le comenta desde lejos que Am es lo más parecido a Hugh Hefner que tienen en Egipto.

—Ai lov llu - me dice Am e intenta tomarme la mano.

En ese preciso momento me doy cuenta de que taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan necesitada no estoy y me baja el delirio de persecución. Me paro.

— Nos vamos - le digo a Pepe. Y me doy media vuelta cuando la hormona con patas que tengo al lado mío me agarra e intenta darme un arabian kiss.

No sabe lo que somos las mujeres occidentales. No sabe lo que soy yo.

Si hubiera tenido cartera a carterazo limpio lo perseguía por la cubierta. Menos mal que andaba desarmada. Pero pucha que me salieron fluidos los garabatos en inglés. Como nunca.

Agarro de un ala a Pepe y bajamos raudas y veloces. Muertas de la risa. "Por lo menos ya tienes una egyptian story que bloggear", me dice.

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