Tuesday, January 31, 2006

Correr el riesgo (Happy par de patos)


Aviso de utilidad pública: la siguiente columna no es graciosa. Pero será sólo una vez, lo prometo. No es que me haya puesto mamona y haya volcado la línea editorial de mi blog hacia uno tipo “penshamientosh filoshóficosh que nunca me publicarán en ninguna parte”, pero hoy quiero hacer un stop.



Un comercial que me gustaba mucho decía una frase muy sabia. Mostraba a una guagua recién comenzando a caminar. Entonces, cuando estaba a punto de caerse, paraba y se afirmaba de algo. se escuchaba una voz de locutor FM que decía: Hay que saber parar para poder seguir. Eso es lo que haré con este post.
Sí… un parelé, como quien dice. Y creo que me lo merezco. Acabo de cumplir 22 años y si bien me demoré un poco, este post es en honor a mi cumpleaños. Alguien me hizo la siempre inteligente pregunta: “Qué se siente”, y bueno, tomando en cuenta que estaba en la pega, sin mucha fanfarria, sin ni siquiera soplar las velas y con un canto improvisado a las 20:00 horas cuando alguien se acordó de que la practicante estaba de cumple, la respuesta fue: “Igual que siempre”. Primera vez en la vida que no me di cuenta de mi cumpleaños. Y claro, cómo no, si ahora hay cosas más importantes.
Conversando con alguien llegamos a la conclusión de que los 22 es una edad FOME. Ya pasaron los 15, los 18, los 21 y bueno… ahora quedan los 50… y sería. Para de contar. Y entonces, cuando me di cuenta, ya estaba pensando en encontrarle algo entretenido, algo novedoso… algo salvable, digámoslo así. Y empecé a pensar que este es el año de los finales.
Uy sí, que salvable… finalicé una relación de un año, finalizo la universidad y toda una etapa… tomando en cuenta la trilogía “salud, dinero, amor”, lo único que me falta es morirme, pensé.
Como no estamos aquí para hablar de vida privada —sólo cuando el post es en talla, para reírse y no para deprimirse—, pasamos al segundo punto.

Decidí tomármelo por el lado positivo. Técnicamente no es un año de finales, sólo de traspasos. Cual Bachelet, me siento como de ministra a Presidenta (aunque no rime). Porque al final es una etapa, como muchas más, como tantas otras a las que sobreviví. La diferencia es que esta la voy a vivir.
Por fin tendré que empezar a trabajar y a mí eso nunca me ha dado susto. La verdad, esto de terminar la etapa del crecimiento —sonó como a comercial de leche Nido— no puede ser tan malo. Empezar a ganar plata, independizarse… por fin dejaré de ser agrandada para comenzar a ser verdaderamente grande.
La verdad es que adoro la Universidad. Al contrario de lo que algunos estudiosos en la materia (léase: "mi vida") piensan o andan pregonando en eventos sociales—cuento aparte, para otro post—, lo pasé bien, muy bien. Si tuviera que volver a estudiar, cien por ciento donde mismo… en ese sentido soy toda una chica PUC —sólo en ese sentido, por favor— encuentro que la Universidad es top —top top top galla— y yo por lo menos lo pasé increíble. Y, al contrario que en la época del cole, me da una pena enorme que se acabe. No sé qué va a ser de mi vida sin ese mundo, que me acogió bastante bien, dentro de todo.
Porque el mundo que viene es duro… oh sí. Ahora sí que a rascarse con sus uñas cabros, ahora sí que sin mandarse condoros con las fuentes ni comentarios desubicados, porque todo cuesta caro. Ahora sí que vienen los aserruchamientos de piso heavies —léase post anterior “¿Mala mujer?”— pero saben qué más: yo me la puedo. Sí, porque para bien o para mal soy tanto o más fuerte que el mundo que se viene. Y no puede ser tan malo, si al final la mayoría de la gente trabaja.
Y así me di ánimo en mi cumpleaños-día de cierre. Y así me inspiré para sacar mis reportajes con la mejor tinca. Y así al día siguiente me desperté feliz y esperé a mi familia, que incondicional y acolchonada como siempre me vino a ver a Santiago para celebrar mi cumpleaños.
Porque al final todo apunta para allá y todo vuelve al origen. Y uno empieza a ser grande para tratar de parecerse lo más posible al ejemplo. Por supuesto que corregido y aumentado.
Y así llegó esta Cony, versión 22.0, reloaded y de cara a un gran año, sí, un gran año, porque lo grande se lo pone uno (ya, los rotos, ¡les dije que este post era serio!)
Como me dijo una gitana una vez por ahí —aunque le pique a muchos— “usté mija tiene la estrellita del éxito pintada en la frente”… es hora de comenzar a mostrarla a nivel más global.

Sunday, January 22, 2006

Casarse o Morir



Varias cosas han cambiado desde el último matrimonio al que fui. La primera y la más importante es mi estado civil: soltera sin compromiso. Más importante no porque el tema me acompleje, sino porque las agradables dos palabras del parte: "y acompañante", se volvieron una pesadilla.
Ahora se casaba un primo y a pesar de desplegar todo mi arsenal de amigos invitables a matrimonio, no pasó nada. Cómo será que incluso mi amiga Rosario me tenía un candidato. "Estoy fuera de training", pensé y entre invitar al pololo de mi mejor amiga que se ha vuelto mi partner para cuanto evento tengo, decidí no molestarlo y partir sola a ver si "caía algo".
Cuento corto. Llegué y me di cuenta que con el último matrimonio habían siglos de diferencia. "Millones", pensé. Partiendo porque éste no era en una Iglesia Monumento Nacional, sino al aire libre. La novia era metodista y la ceremonia le incluyó pastor y todo.
Yo fui con el mismo vestido prestado de la otra vez, el mismo pelo liso fascinante y las mismas chalas, eso sí tapizadas con goma para no pasar vergüenzas. Y partió el matrimonio. Lo bueno de andar sin pareja es que puedo comer sin que nadie me mire con cara de "Contrólate" (mi mamá estaba sentada en otra mesa) y puedo tirar comentarios ácidos sin que nadie me haga callar (insisto, Patty Chamy no estaba ahí).
Así estaba yo... suelta como nunca, con cuatro postres en el cuerpo y en mi segunda roncola cuando comenzó el baile. "Aquí morí", pensé. Aparte de mi hermano, un primo y el típico tío que se le pasan los tragos no veía mucho lolito candidato al bailongo. Efectivamente... partió el vals de los novios al cual la orquesta le incluyó la modalidad "saque a toda la familia".
Yo, que había ido al baño y no me percaté, voy cruzando el escenario cuando el novio me agarra y 1-2-3 1-2-3. "Yo no le hago al vals", lo miro compungida. "Yo tampoco", me dice mi primo y vamos denuevo 1-2-3 1-2-3. Pésimo... el peor baile de la historia. Si algún día me caso juro que reemplazo el vals por el tango (siempre que encuentre un novio argentino o bailador de tango). Si no, por la guaracha, la cumbia, la salsa o el reggaeton, pero vals... never again.
Cuando logré zafarme de la vergüenza llega mi hermano y me saca a bailar. Sí... yo también me acordé del dicho "Más fome que bailar con la hermana", pero era lo que había y así me reivindicaba del chascarro del vals. Al son de Chichi Peralta bailábamos de lo lindo. Tan bien lo debo haber hecho que apenas me fui a sentar se me acerca el tío curadito para "cocederle esta pieza".
Uffff... ¿han tratado de decirle que no a alguien con copete? Para evitarme la vergüenza, acepté. Mi tío bailaba cual Tommy Rey: le ponía pechito y todas esas cosas... le faltaba el puro rallador de zanahoria.
Por fin logré arrancarme no sé cómo. Corrí donde mi primo a pedirle que por favor me presentara algún amigo que hubiese ido solo "para bailar no más". Pero entre tanta foto y recuerdito, no tuvo un minuto para dar curso a mi petición. Corrí donde su madre, mi tía, la cual me agarró de un brazo y me presentó a un lolito. "Me la cuidas, mira que es mi sobrina chica, ah". Mis casi 22 años se quedaron no sé donde. Es atroz, no hay persona en mi familia que no me presente como la "algo" chica. Soy la hermana chica, la prima chica, la sobrina chica y vamos contando.
Miré a mi partner y decidí ser encantadora. Aunque no lo crean, cuando lo decido puedo ser TAN amorosa. Total... eran un par de horas de copete y baile gratis. Cuando estaba en mi mejor pose de "prima chica adorable", paran la música.
"Dónde están las solteras", dice el caballero de la orquesta. Ante tanto pedido de reggaeton y él sin saberse ni medio —tocó dos con ritmo de cumbia y sin letra—, decidió empezar con los ritos.
Antes que terminara la frase yo ya estaba colgada de uno de los hilitos de la torta. No saqué ni guagua ni anillo (menos mal), sino una cosa redonda indefinible. De ahí vino el ramo con colita incluida. Y no me van a creer que me pasó por el lado y no lo agarré. Y ahí... en ese preciso momento me di cuenta.
Tanta Barbie de novia, tanta guagua para cuidar cuando chica y yo con tantas otras aspiraciones en la vida. No sé en cuantas cosas pensé mientras el ramo caía al alcance de mi mano... y yo sin estirarla. Pensé en el postgrado, en mi ex pololo y en yo vestida de novia... y no me hallé. No todavía. No aquí ni ahora... tal vez más adelante y con muchos más proyectos hechos y sueños cumplidos.
Pensé en Barbie ejecutiva, —mucho menos vendida que la de matrimonio—, en un lolito que me entendiera tal cual como soy [¡por Dios qué difícil!] y en los finales de las teleseries en donde no existen más posibilidades que casarse o morir.
Y pensé en mi pobre madre que jamás aprobaría lo que estaba pensando cuando de pronto la sobrina de la novia a grito pelado me volvió en mí. La cabra chica había corrido y agarrado el ramo, y saltaba de alegría.
Sonreí. "Ella está más cerca de la etapa ‘Barbie novia’ que yo", pensé. Y volví donde mi improvisada pareja que se alistaba para bailar la colita. Porque había liga y manteo y todas esas cosas rascas que a mí me encantan.
No agarró la liga, pero seguimos bailando toda la noche. Y lo pasé bastante increíble, mucho más de lo que tenía presupuestado. Saldo positivo para mi primer matrimonio de vuelta a la soltería.

Tuesday, January 17, 2006

Lovely doggie piggy


Hoy vi un chancho perro. Iba camino al trabajo, despistada como siempre, somnolienta como a veces y desganada como sólo hoy. Entonces se me cruzó.
Mi primera reacción fue pensar qué hacía un lechón en plena selva de cemento. Era café como todos y con una colita pequeña y enroscada. Entonces vi sus orejas, su nariz y me di cuenta de que no era un cerdito.
Paré de una. No es que fuera holgada de tiempo, pero el espectáculo era digno de reporteo. Aunque así como socialmente relevante no era, sí valía la pena por novedoso. Era un perro, salchicha. Esa raza esbelta y fea, que te mira con cara de pena y te mueve la cola, esa raza era mi chanchito.
Tenía un aire a la perra de mi hermano, una Beagle que parece Basset Hound por su obesidad que ya llega a ser mórbida, pero que es mimada e inteligente como pocas perras… por lo menos de su edad.
Y así iba mi can porcino por la vida, como tantos otros que parecen ser lo que no son y que en su afán terminan siendo un engendro. Me costó encontrarle su verdadera identidad, pero finalmente apareció. Apareció mientras cruzaba el camino meneando su pequeña y enroscada colita, despistado y somnoliento. Y se metió dentro de una casa, su casa, donde probablemente lo quieran tal cual es.

Tuesday, January 10, 2006

Shakespeare: sacúdete en tu cripta (We are sudamerican script writers)


Ok… lo confieso, yo veo Gatas y tuercas. Sí, lo asumo… cada vez que puedo gasto 30 minutos de mi existencia —hoy tomé por reloj cuánto era el tiempo real del capítulo diario— en ver una porquería, pero me entretiene.

Así me la paso, rescatando lo mejor de Medios III para autoconvencerme que no es tan terrible ver tamaño baluarte cultural. Escucho a Godoy en mi cabeza: “La tele es emotiva, la gente la ve para entretenerse…” y me siento tranquila por mi decisión.

Hasta hoy. Sí… hasta hoy. Porque una cosa es que los personajes no tengan las neuronas suficientes para mantener una trama y otra muy distinta es que los guionistas, además de las neuronas, no tengan la cultura mínima para construir una historia.

Mucho se habló de que la Carlita (con K o con C, da lo mismo) era una tan buena copia de Lady Macbeth. Muchos críticos a la altura de SQP o LUN hablaron del notable parecido de Paola Giannini con la clásica creación de Shakespeare.

Por supuesto… si era mera coincidencia no podía quedar así y los guionistas, creativos como siempre, decidieron hacerlo notar. Cuál sería mi sorpresa al ver que en el capítulo de hoy (10 de enero) la Karlita se escapaba con Richard [no, si el creativo era del fans club “We love William”] a Dinamarca. Algo me hizo clic y comencé a revisar mentalmente mis pasadas por el teatro.

Debo reconocer que nunca he visto un montaje de Macbeth —yo nací después de la cábala que daba mala suerte representarla—, pero la obra me la he leído varias veces y sí… efectivamente no está ambientada en Dinamarca, sino en ESCOCIA. Se le pasaron unos 1700 kilómetros más o menos a nuestros guionistas estrellas.

Pero no hay que ser tan duros, lo que pasa es que se confundieron de personaje y mezclaron a Lady M con Ofelia. Recordaron “Algo huele a podrido en Dinamarca”, les sonó a Shakespeare y tuvimos este exquisito milkshake como resultado. De lo más original, nuestra Lady M. criolla: parte a la tierra de los malos olores con Ricardito (es III por si acaso, no se les vaya a pasar un número romano por ahí)… qué más podemos esperar.

Eso sí, un dato chiquillos: si les suenan unos amantes perdidos que terminan muertos, son de Verona, un Rey que se casó con su mamá y terminó tuerto es de Tebas y un moro discriminado y celoso, anda por Venecia y Chipre… en buena onda chiquillos, cualquier cosa le preguntan a alguien con un mínimo de cultura general. En todo caso, sigue re bueno el 13.

Wednesday, January 04, 2006

La entrevista del decano (Comenzando a ser grande)


En auto llegó la perla. Faldita de cortina ZARA: $20.000, polera nueva UMBRALE: $12.000, puntas compradas en Alto las Condes: no me acuerdo. Conseguir una práctica en Reportajes: no tiene precio.
Mi pololo, muy caballero, me fue a dejar en auto. Lástima que lo tuvo que dejar afuera porque apenas me podía los tacos. Entré cual princesa. Muy amablemente me hicieron subir hacia la oficina de la secretaria del director, cómo habré ido que hasta cafecito me dieron.
“El entrevistador no ha llegado, siéntate un rato y espéralo”. Qué me han dicho, ahí me instalé. Cuando estaba en lo mejor de mi café me hicieron pasar. Por supuesto, partí con vaso y todo.
Ahí estaba, en un cubículo dispuesta a contarle todas mis aventuras profesionales, pero no todo es como uno lo espera…
—Cuéntame de tu familia…
Me acribilló. Yo que iba lista con mi prontuario periodístico incipiente y tenía que empezar por mi familia. Cómo explicarle a mi futuro jefe que somos una mezcla entre los Cárcamo y los Sa-Sa
—Bueno, somos una familia numerosa. Cinco hermanos…
Comenzaba a explayarme cuando me miró directo a los ojos y me dijo:
—Ah… familia numerosa. Supongo que te quieres casar y tener hartos hijos.
“Ya creyó que me metí a la UC pa puro sacar marido”, pensé, pero me limité a explicarle que no, que no estaba dentro de mis planes al corto plazo el tener hijos.
Volvió a mirarme y soltó una sonrisa irónica:
—Ah… soltera militante
Antes de que me identificara con Consuelo Aldunate salté y le dije que no. Que sí estaba en mis planes, pero de largo plazo y con pocos hijos.
Así seguimos una amena conversación sobre mi vida privada, mis hermanos, mis intereses y todas esas cosas de trascendencia nacional. Cual Kenita Larraín yo contestaba todo… me faltaba la pura boa. Pero yo sentía que no me escuchaban mucho. Apenas alcanzaba a contestar tres frases y siguiente pregunta.
Por fin llegamos a lo profesional. Primero la gran y original pregunta: por qué El Decano. ¡Cómo si yo supiera! Básicamente porque es el mejor evaluado y porque pagan bien. Creo que el último detalle lo omití por la buena impresión.
Luego siguió Reportajes… si me gustaba la política y qué era lo que más leía. Quise gritarle el nombre de mi gurú mentor: “Dame una Jota, dame una O, dame una E… qué dice Joe Black, más fuerte, Joe Black, no se escucha…”, pero en mi candidatura “Vote por Cony, siempre polite” me contuve, no fuera a pensar que yo era light. Comenté un par de cosas de la última edición (una de las pocas que había leído en los últimos meses dadas las condiciones estudiantiles) y agregué a Joe al final.
Por supuesto, no pudimos evitar la pregunta editorial: ¿Qué opinas del supuesto sesgo? Ahí se me acabó lo diplomática. Haciendo su mejor megamix de Rozas-Gronemeyer le dije que no era supuesto, que existía, pero que era parte de su línea editorial. “Estamos guateando”, pensé. La verdad es que no alcancé a meditar mucho porque al tiro vino la siguiente pregunta, la peor: ¿Y por qué tendríamos que elegirte a ti y no a otro?
La princesa ya se sentía chancho en misa y no estaba ni ahí con empezar a dar respuestas políticamente correctas del tipo “por la paz mundial y las buenas costumbres”, así que llegué y la solté:
—Porque soy buena po
Fue como con rabia y ganas de terminar la bendita entrevista de una. Si les gustaba bien y si no, mala pata.
—Porque soy seca— ironizó mi adorable entrevistador.
Me quedé helada y lo notó.
—Eres así no, seca—continuó riendo
No supe si era broma, ironía o verdad, pero esa era yo y era mejor que fueran conociéndome. Por fin me soltaron. Creo que lo más parecido a la sensación final que tenía la deben haber sentido hace un par de años en Punta Peuco.
—¿Cómo te fue?— Me preguntó mi pololo.
No contesté… no contesté, pero ahora sé que bien. Soy toda una practicante y estoy segura de que no me equivoqué en la elección del medio... ¡Viva el Decano!

Monday, January 02, 2006

La venganza de Harri Poters


Me pasó por delincuente. Mis ansias por ver Harry Potter con bajo presupuesto sumadas al flamante DVD que me trajo el viejito Pascuero terminaron en un delito: compré Harrry Potter 4 pirateado.
—A dos luquitas mi dama
Para quienes conocen a la dama no les resultará extraña la respuesta:
—No tengo más de mil
Siempre regateo todo, hasta los remedios en las farmacias. Cuál no sería mi sorpresa cuando el vendedor de cuneta me miró fijo, me hizo un gesto afirmativo con la cara y corrió a la vereda del frente en busca del tránfugo botín.
Hasta ahí la ilusa me sentía orgullosa de mi cada vez más eficiente poder de negociación: Harry Potter para toda la familia a sólo mil pesitos.
Pero el casero no llegaba y yo, como siempre, empecé a imaginarme adentro de la cuca por matar las películas. Cuando mis pensamientos ya estaban tocando la campanita de “Pirateros Anónimos”: “No he comprado películas piratas durante un mes!”… “APLAUSOS”, llegó el joven con un sobre bastante ordinario que decía “Harri Poters 4”. Como además de regatera soy compradora inteligente abrí el CD para cerciorarme de que estuviera quemado. Cuál sería mi sorpresa cuando me di cuenta de que el círculo no decía DVD sino CD.
—Este CD no es DVD— le dije con una mirada casi fiscalizadora
—No, dama, si funciona igual
¿Qué hizo la casi periodista con 4 años de estudio? Le creyó, es más, ¡le pagó! Y me fui a mi casa con la bala pasada.
Por supuesto que el CD no se veía ni porsiacaso. “Por tonta te pasa”, me dijo con notable lucidez Patty Chamy. Por tonta y por delincuente. Así que cabros: no maten la música, no maten las películas y no maten los juegos de computador, a no ser que los maten ustedes, con sus propias manos en su propio quemador. Si no, quien
roba a ladrón…

Sunday, January 01, 2006

Fucking new year!

Tan Tararararan... "Aló, Cony, oye yo ya llegué". Es mi amiga Pamela con la que quedé de juntarme en la puerta del VTP para la fiesta de año nuevo. La verdad es que yo estoy metida en un taco y no tengo para cuando... llevo una hora y media tratando de salir de los alrededores de la casa de mi hermana en Reñaca. Le explico y le digo que nos juntemos adentro, que la llamo apenas llegue.
La Pamela va con su pololo, pero como a él no le gusta bailar nos pusimos de acuerdo para menear el tambembe juntas. Yo esta noche estoy soltera, solterísima. Mi pololo se quedó en Santiago —como ya es costumbre—, él no puede despegarse de su familia para ningún feriado, en realidad para ningún evento que requiera desatar la ira de su madre, desde la comida diaria hasta el año nuevo.
Entonces, retomando. Va la Pamela con su pololo. También me encontraré allá con la Rose (también va con pierno). La verdad es que nada que decir del Memo, él es el pololo ideal, de esos que se quedan en Viña y se privan de sus sweet holidays sólo para ver a mi amiga. El cabro es de Antofa y no ve nunca a sus padres, pero el amor es más fuerte... en este caso, por lo menos.
Ese es el panorama: dos parejas y yo... y yo metida en el auto del cuñado de mi cuñada en un maldito taco que no avanza ni medio centímetro. La verdad es que la fiesta estaba que ardía en la casa de mi hermana. Me nombraron coreógrafa oficial: tenía a todas las mujeres bailando al son de mi ya afamada "cortandoquesito-rayandozanahoria-carritodesupermercado-lavandolosvidrios-mediogiroconcabello". "Tú vas a estudiar o a puro carretear a Santiago", preguntaba entre talla y verdad mi cuñado.
En fin, dejé mis dotes de Arnoldo para otro día y partí rumbo VTP. Por supuesto que antes pasé por su estucadita. Me produje: sombra, delineador, cubre ojeras... ¡hasta rimel! Sí... ese mismo que me da alergia y que hace que después se me anden cayendo las pestañas, pero bueno, todo sea por recibir el nuevo año como corresponde.
Estucada cual desfile de Giordano, sigo acá en el taco. Mi sobrina ha comenzado a discutir con su primo sobre si fue o no abducida por los ovnis. Recapitulemos: estoy metida en un taco, estucada como Kenita Larraín con sobrepeso y con dos niños entre 10 y 13 años que discuten sobre una supuesta abducción. ¡Ah! Se me olvidaba... es año nuevo.
Cuando ya me estoy preguntando por qué no me abducen a mí por fin salimos del taco. Me bajo del auto a las tres y media y parto llamando a mi amiga mientras corro al apasionante espacio donde disfrutaré a concho.
Pamela: no contesta. Rossana: no contesta. Memo: adivinen... no contesta. "No puede ser tan malo", pienso mientras me meto en la fila para entrar. "Voy a relajarme y a buscar mi copete en la barra abierta, ya contestarán". Pero la barra está literalmente abierta. Los simios en que se convierten los hombres para el año nuevo empujaron tanto que los guardias tuvieron que "asujetar" las endebles maderas. "Yo soy de la puerta, pero tuve que venir a ayudar", le comenta un joven de seguridad a una lola, tratando de engrupírsela. Súper romántico, todos empujados, aplastándose unos a otros... ¡qué momento más Kodak!
Como puedo me acerco y pido una roncola. El barman me mira y me tira una Speed. Su movimiento es como de entrenador canino: Boby, atrápela. Bien Boby. Váyase Boby. Lo miro con cara de haber pagado 12 lucas por su maldita entrada y le digo: "Yo quiero una roncola". Se ríe. "Ya no hay ron". Mentalmente ya estoy llamando al Sernac por publicidad engañosa y pidiendo hablar con el productor de la fiesta para amenazarlo con las penas del infierno. En eso recuerdo que es año nuevo y no queremos empezarlo así. "Bueno, una Piscola", le digo. Cómo andaré de dadivosa que omito el detalle de que es Ruta Norte. "Es que se nos acabaron las bebidas, te puedo dar el pisco solo", me responde sandokan.
Cuando me doy por vencida y emprendo retirada una lolita evidentemente ebria y con más suerte que yo, derrama uno de sus dos combinados sobre mi polera nueva.
Ah no, esto ya es mucho. Me voy indignada con la real intención de llamar al Sernac, mientras sigo intentando con mis amigos que al parecer la pasan bastante mejor que yo, porque ni luces de contestar. Vuelvo a la puerta a exigirle al robocop corta entradas que básicamente haga su pega y me corte la entrada en vez de quitármela y echarla entera a su bolsa, como lo hizo. En realidad la quiero para efectivamente hacer un reclamo al Sernac, pero él me explica que tiene "musha pega" y que no puede buscarme el ticket. Luego de un forcejeo verbal accede a pasarme mi mitad "sólo por la buena onda, para que lo guarde en la agenda".
Estoy tan enojada y tan chata que ni Giolito y so combo me animan. Ni me fijo en la gente, sólo quiero encontrar a mis amigos. No puedo evitar pensar en que si hubiese ido acompañada nada de eso habría pasado. Vuelvo en mí... por supuesto que eso y más... probablemente el lolito hubiese estado con cara de dos metros y además de soportarme a mí tendría que haberlo soportado a él. "No todo es tan malo", vuelvo a pensar.
En eso suena mi celular. Más bien vibra en mi bolsillo trasero. Memo calling "Aló... dónde estás, nosotros ya nos vamos". Entre tanto ya son las cinco y por fin me encuentro con la Rose y su novio. Están casi tan apestados como yo, pero por lo menos están acompañados. Al final abandonamos la batalla, yo por supuesto alegando hasta por los poros y gritando a los cuatro vientos que se viene la tremenda queja en el Sernac.
Nadie me pesca, todos bailan "No tiene talento, pero es muy buena moza" mientras yo me acuerdo de una canción de Calamaro: "No sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero", dice el coro. Y ese precisamente es mi objetivo este año. Fui por lana y salí trasquilada, pero prometo que trataré con todo mi esfuerzo de que esta sea la primera y última vez en el año. De ahora en adelante dejaré en stand by las cosas que puede que quiera, pero eliminaré de raíz las que claramente no quiero, como gastar 12 lucas en una fiesta de mierda para la cual sinceramente ya no estoy en edad.